sábado, 31 de julio de 2010

Caso curioso

Curiosamente estoy actualizando esto muy amenudo xD Siento que le he agarrado el gustico a escribir en un blog, aunque no lo lea nadie(?) Pero bueh, entretiene y libera estrés (coño como si tuviese mucho ahora en vacaciones xD UPS! Horario infantil, disculpen las malas palabras(?) *mira el reloj* a no, que son las 1:40am, 2:40 en península xD), así que creo que, en efecto, le he agarrado el gustico -w-

Curiosamente llevaba tres semanas y media sin escribir ni los buenos días en Twitter(?) y por obra y gracia de Jebús(?) aparece Haku (si si Hakuei, tú xD) con dos (porque fueron solo DOS CANCIONES) canciones del soundtrack de Mononoke ( *___* ) y se acabó la maldición de la momia, es que hasta Kari lo dijo, es un completo éxito que se me ocurra una idea para un oneshot en UN SOLO DIA y escriba 13 pags de éste, y además saque ideas para mi estancado hijo pequeño Underground al cual tengo en el abandono *___* enserio, tu altar va viento en popa, ya tenemos el diseño, será de mármol negro, te gusta? :3 pues espero que si, porque un famoso escultor vendrá a tallar tu rostro en la columna principal(?) xD

Rayos estoy inspirada *w* (si ves Haku? xD) Y no pararé! o.ó! Entre hoy y mañana termino el oneshot que escribo, le doy nombre, lo publico y me pongo DE LLENO con Underground (EXTRA! EXTRA! EXTRA DE ULTIMA HORA!) y con mis 928393873928 fics que llevo en proceso xD pero primero lo primero, o si no Kari me asesina D:
Kari: ¬¬...
Yo: D: qué?
Kari: Me voy a casa de Changmin! T____T
Yo: mujer, no vives ahí ya? xD
Kari: *le lanza un zapato* MIRA MOCOSA! ¬¬
Yo: *rueda por el suelo riendose*
FIN -w- xD
Es como un drama -w- pero uno mezclando lo coreano con lo miamiero(?) *de Miami xD* y sale nuestra vida, a que si geme? xD

Bueno yo creo que ya hablé mucha asdasdas por hoy -w- iré a seguir escribiendo! òwó GRACIAS HAKU! (Inner: Haku dirá "qué fastidio con esta, no para de darme las gracias D:" - Yo: CALLATE! NO ME IMPORTA! >.<)
Me voy ^^ Bye~~ :DDD

PD: Ultimamente, mi inner está mucho más presente que normalmente .____. tengan miedo... tengan MUCHO miedo(?) D:
Inner: MUAJAJAJAJAJAJAJAJAAJAJAJAJAJAJAJAJAJA(?)



xD Adios!


sábado, 24 de julio de 2010

Un sueño hecho realidad

El Lago de los Cisnes, una obra de Piotr Ilich Tchaikovski y primero en los tres ballets que compuso el antes mencionado, sin duda es un espectáculo digno que ver que nos transporta a luagres maravillosos con su música hechizante, y para quienes hemos tenido la suerte de verlo de mano del ballet de Moscú, sin duda es mucho más gratificante.
....

¡ASÍ ES! :DDDD Haku cariño, te dije que subiría los vids -w- y aquí están :D
El ballet es hermoso, y en vivo es *O* Porque lo escuchas todo, incluso el aleteo de los trajes de los cisnes TwT
Lloré al final D: Lo juro, estuve TODOS los 100 minutos de la obra, conteniendome D: pero al final, cuando sonó la ultima... TwT hasta ahí llegaron mis fuerzas TwT ...
Pero bueh -w- algún día lo veremos, ne? :3 ~~

Disfruten (Disfruta Haku :3~) los videos! ^O^
























sábado, 17 de julio de 2010

SHINee(샤이니)_루시퍼_티져무비(TEASER MOVIE)

x////x Érase una vez una espalda perfecta de un tal Jonghyun... Que tapó por completo el coche ultrauff del fondo...
¿Qué coche? xD

x//////////////////x ~~

Vale, morí D: Es que...
¡ESTOS TIPOS NO PUEDEN SER TAN PERFECTOS! DDDDDD:
Morí morí morí morí D:
En fin veanlo D:
Morirán también x///////x










Morí con Mirotic TwT ~~

miércoles, 14 de julio de 2010

Super Junior- No Other MV

Yo no sé TwT Pero lo amé con pasión y locura desmedida TwT ...
ES QUE ES TAN PARTIENTE!!! TTwTT
Me llegó al corazón -w- Estos chicos son amor puro :3
Enjoy! ^O^


lunes, 5 de julio de 2010

Kanon Wakeshima - Lolitawork Libretto Official PV

PUES SI! :D Kanon Wakeshima vuelve con un nuevo trabajo -w- nos trae el PV de Lolitawork Libretto (que personalmente me recuerda MUCHO a Alicia(?)) que está muy cool -w- Espero sea de vuestro agrado, a mí me gustó mucho -w- hehe




sábado, 3 de julio de 2010

Funny Little World

Bueno, aviso que este SI ES UN FANFIC -w- así que bueno... el fandom es ZE:A D: Un día me dio por escribir con dos de ellos, espero les guste :3



Photobucket



"El mundo gira y nunca sabemos qué encontraremos en la próxima esquina, el mundo es pequeño y cuando menos te los esperas te topas con gente especial... mi mundo gira en torno a ti... Tú eres mi pequeño mundo feliz"


Y ella estaba allí, en ese acantilado, sentada viendo hacia las nubes naranjas del atardecer marino, su vestido blanco impoluto, las botas de montaña, el suéter negro con capucha y el cabello suelto al aire, corto y rojizo, la expresión serena, tranquila, imperturbable. Me acerqué despacio, jamás creí que la vería de ese modo, ella nunca significó alguien muy importante en mi vida, pero ahora lo era. Lo era y mucho.

● ● ●

- No puedo creerlo, ¿has terminado ya con ella?- preguntó Moon JunYoung, mi mejor amigo.

- Si Jun, ya terminé con ella- contesté con fastidio.

- Pero si sólo estuviste una semana con ella, ¿tan pronto te aburriste?- insistió el mayor.

- No era nada comparado a lo que estoy acostumbrado, ni siquiera era buena en la cama- dije estirando los brazos hacia arriba.

- Y encima, te la ti…

- No uses ese término, más bien fue ella a mí, yo no hice nada… no me apetecía- corté.

- Cada día estás más hundido Dong, deberías pensar mejor las cosas… sentar cabeza.

- Y tú cada día te pareces más a mi padre.

Ambos llegamos al instituto y entramos en el edificio de pintura gris que comenzaba a desconcharse, odiaba ese lugar pero le había prometido a mi casi hermano que terminaría este año, aunque no estudiara en la universidad. Gruñí por lo bajo cuando me topé con tres de mis ex novias en el pasillo, ellas como siempre me fulminaron con la mirada y Jun rió por lo bajo, le hacía gracia lo mucho que esas señoritas me odiaban.

- No te burles, algún día te pasará lo mismo- dije entre dientes.

- El día que tenga novia, será una de verdad y no sólo para jugar a las muñecas como haces tú- contestó él con tono burlón.

- ¿Por qué siempre eres tan directo e hiriente? Me lastima que me consideres tan vacío.

- Dongjun, eres más vacío que la nada.

- Muchísimas gracias amigo del alma.

Él soltó una carcajada y pasó su brazo por mis hombros, abrazándome fraternalmente como solía hacer siempre. Yo sonreí casi obligado por su gesto, inflé ligeramente las mejillas y desvié mi mirada de la suya.

La vida en ese instituto nunca fue la gran cosa, el 50% de la población femenina estaba perdidamente enamorada de mí, mientras que el otro 49% me odiaba porque ya habían estado conmigo. Sólo un 1% era totalmente indiferente a mí.

- Buenos días Jun-sshi- dijo.

- Buenos días Yura-chan- contestó mi amigo.

- Es curioso cómo me llamas con esa partícula “chan” aunque seas coreano- comentó.

- Tu padre es japonés, y tú llevas un nombre japonés, es lógico llamarte así- dijo-. Además, tú también me llamas “sshi” y eres japonesa.

- Hispano-japonesa- corrigió la chica.

- Eso, hispano-japonesa… por eso tus lindos ojos grandes.

- Siempre dices lo mismo.

Ambos rieron como tontos, yo fruncí el ceño, bufé y me alejé de ellos, caminando hacia mi puesto, esa chica me caía mal, siempre me ignoraba y yo intentaba hacer lo mismo, pero era muy orgulloso y no podía evitar molestarme con su presencia. Instantes después Jun vino y se sentó a mi lado, sonriente, como siempre que hablaba con ella.

- No entiendo por qué te cae tan mal- dijo con la vista clavada en frente.

- Si dejara de ignorarme tanto…

- Si dejara de ignorarte como lo haces, probablemente sería una más del montón de barbies con las que has jugado- cortó el mayor.

- Esa niña no se parece ni por asomo a una de mis ex… esa chica parece medio turbada- acoté en mi defensa.

- ¿Turbada? ¿Dices turbada para no decirle loca?- preguntó él.

- No quería ser tan cruel, hay que ser caballero hasta con lo peor- solté con tono hiriente.

- Dongjun basta, sabes que me molesta que hables así de ella- reclamó.

- ¿Te molesta? ¿Por qué te molesta? ¿Acaso son novios y no me has dicho? Porque si te soy sincero, eso no me extrañaría nada- refuté comenzando a molestarme.

- ¿Si fuese así, tendrías algún problema? Porque yo no he tenido problema alguno con ninguna de las zorras con las que tiras o dejas de tirar, y me da igual si te molesta ella, a mí me cae bien y es mi amiga, si no lo quieres aceptar, pues jódete- atacó ofendido.

Se puso de pie, cogió sus cosas y se cambió de sitio, echando a un pobre nerd que se sentaba en primera fila, enviándolo a su puesto. Me crucé de brazos y me desparramé en mi asiento, frunciendo el ceño y resoplando cual caballo cabreado, odiaba pelear con él pero también odiaba su cercanía con esa niña tan odiosa. La odiaba a ella.

● ● ●

Yo nunca la odié. Creí que lo hacía y por mucho tiempo lo mantuve igual, pero jamás fue así. Estuve mucho tiempo mintiéndome a mí mismo, creyendo algo que no era cierto, algo que no existía. No fue sino hasta el momento en que comencé a sentir celos que supe la verdad.

● ● ●

- Oye Jun, lamento lo del otro día- solté mientras me abotonaba la costosa camisa blanca de mi traje-. De verdad no quise ofenderte.

- Siempre lo haces y siempre da igual- contestó él algo brusco-. No te preocupes.

Suspiré pesadamente y caminé hacia él, me daba la espalda y no podía verle a la cara, me gustaba ver de frente a la gente cuando le hablaba y más aún cuando me disculpaba por algo. Me paré delante de él y le miré, era un poco más alto que yo así que no tuve problema en verle a los ojos a pesar de tener la cabeza un poco gacha, se acomodaba el nudo de la corbata con paciencia, evitando mirarme.

- Jun, sé que sigues molesto… de verdad lo siento hyung- supliqué.

- Déjalo ya Dong, no importa- contestó él frunciendo el ceño.

Puse las manos en sus hombros y le hice enderezarse para que me mirase a los ojos, él lo hizo pero lo que vi en ellos no fue precisamente enfado. Fue más bien duda, o quizá indecisión.

- ¿Te pasa algo?- pregunté.

- Absolutamente nada- contestó.

- ¿Entonces me perdonas?- insistí sonriendo como un niño pequeño.

- ¡Joder Dongjun! ¡Te dije que ya está, que no hay problema!- exclamó fastidiado de mi molesta insistencia.

- ¿Entonces qué rayos te pasa?

El chico apretó los labios y bajó la cabeza, dándose la vuelta y parándose frente al espejo. Continuó arreglándose la corbata sin decir media palabra, clavé mis ojos en su rostro a través del espejo y fruncí el ceño.

- Jun…

- Invité a Yura a la fiesta de primavera- dijo finalmente.

- ¡¿Qué?!

- Sabía que te molestaría…

- Pero, tú, no puedes… mierda pero…

Guardé silencio. Le vi tragar con dificultad sin alejar su atención de su corbata, suspiré pesadamente y fui hasta él de nuevo, dejé mi mano en su hombro y sonreí todo lo que pude cuando el chico me miró a través del cristal.

- Entiendo si te gusta esa niña, y entiendo si quieres estar con ella, soy tu amigo y debo aceptarlo- dije sonriendo.

- A mí no me g…

- Da igual si te gusta o no, el punto es que de ahora en adelante la aceptaré como tu amiga- corté-. Y puede que hasta como mi amiga también.

El chico sonrió ampliamente y con gracia, evidentemente le daba risa lo que había dicho y el contexto de la situación, fruncí los labios y él soltó finalmente una carcajada.

- Pareces galán de telenovela Dong, eso fue muy poético- dijo.

Bufé intentando lucir ofendido, pero segundos más tarde ya estaba riéndome con él. Era mi mejor amigo después de todo, tendría que aceptarla a ella como parte de su vida.

● ● ●

¿Por qué había sido tan difícil todo el tiempo? ¿Cómo fui tan idiota? Verla allí, sentada en las rocas, con el vestido blanco brillando casi con luz propia, con sus botas de montaña manchadas de barro, con el suéter negro abierto en el pecho, con su cabello alborotado y ondeante al viento, verla así, natural, sencilla como era ella, completamente diferente a lo que estaba acostumbrado, era simplemente hermoso. Sentí mis rodillas fallar y doler, me había caído muchas veces subiendo hasta allí, pero ahora estaba bien. Estaba con ella.

● ● ●

Ojalá hubiese dicho “no” a la invitación de ese día para la fiesta de primavera. Había muchísima gente allí, y todas mis ex novias también. Caminé con las manos metidas en los bolsillos del pantalón hasta la mesa dónde Jun se había encontrado con Yura, miré a mi alrededor y soporté el choque cuando la chica que venía conmigo corrió hasta mí y se colgó a mi cuello cual mono.

- ¡Dongjun oppa! ¡Estás muy guapo hoy!- exclamó en mi oído.

- Lo sé- contesté-. Tú también.

- ¿Estás bien? Luces un poco extraño- comentó escrutándome con la mirada.

- Estoy bien, estoy bien- aseguré-. Te ves muy linda Sun.

Ella me plantó un beso en la mejilla y luego se ruborizó. Suspiré. Eso era tan común en ese tipo de chicas.

Ya era de noche. Estaba completamente aburrido, esa niña no hacía más que presumirme con sus amigas, mis ex novias no dejaban de fulminarme con la mirada por estar con otra chica más y Jun no dejaba de divertirse con Yura. Los envidiaba. ¿Por qué me costaba tanto acercarme a ellos y divertirme un rato? Me costaba mi orgullo y eso dolía.

- Ya vengo- dije y me largué de allí.

Salí casi corriendo del recinto, fui hasta la placita que había cerca, estaba muy oscuro y si agudizabas el oído podías saber justo dónde estaba una parejita pasándola bien. Gruñí y saqué mi Ipod del bolsillo, suerte que lo llevé, al menos me sacaría los pies del barro. Me senté en un banco y me dejé caer de espaldas en el respaldo, echando la cabeza completamente hacia atrás, dejando los brazos en reposo a ambos lados de mi cuerpo, subí el volumen al máximo con un dedo y cerré los ojos. Suspiré. No podía ser tan estresante un maldito baile escolar, sólo eran chicas, ¿qué más daba si eran ex o no? No tenía idea, pero últimamente me incomodaba. Sentí un peso nuevo junto a mí y abrí los ojos, viendo apenas a la persona sentada a mi lado. El vestido violeta fuerte de falda amplia y tirantes, con detalles en plateado y negro, el cabello corto y alborotado pero con estilo, la piel dorada y brillante. Y esos ojos grandes y redondos. Me quité los audífonos y me enderecé, mirándola con una ceja levantada.

- ¿Qué haces aquí?- pregunté.

- ¿Qué haces tú aquí?- replicó ella.

- Yo pregunté primero.

- Salí a tomar aire.

- ¿Y Jun?

- Ha ido al baño.

- ¿Y por qué te sentaste aquí?

- ¿Acaso no puedo? Hasta dónde sé, éste banco es público.

Fruncí el ceño y volví a mi posición anterior, cerré los ojos y volví a poner los audífonos en su lugar, si ella podía ignorarme, yo podría hacer lo mismo, ¿por qué no? Era sólo una chica más, sería pan comido.

Pero una extraña sensación en mi cuerpo me lo impidió, era como un peso, una presión sobre mí, abrí los ojos de nuevo y me eché hacia adelante, sintiéndome medio ahogado, puse las manos sobre las rodillas y respiré, girando mi cabeza de nuevo hacia ella. Y allí estaba, con sus grandes ojos clavados en mí, como leyendo mi mente, como escrutando mi alma, dejé de sentirme extraño y pronto me sentí bien.

● ● ●

Seguía sin creer que la tuviese en frente, ella estaba allí sentada y me miraba de nuevo, me miraba fijamente, serena, el viento batía ferozmente su cabello y parpadeaba seguido a causa del mismo. Sonreí débilmente y me dejé caer de rodillas sobre las rocas, respirando entrecortadamente, había hecho un gran esfuerzo, pero había valido la pena… la había encontrado.

● ● ●

Dos meses habían pasado desde aquél extraño momento en el banco, finalmente había logrado simpatizar con esa extraña chica, aunque aún no me acostumbraba del todo a ella. Se acercaban las vacaciones de mitad de curso, una época de descanso y aburrimiento absoluto, pero no estaría tan mal si estaba con mi mejor amigo.

- Me iré en dos días a Jeju de vacaciones con mi familia- dijo Jun.

- ¡¿Qué?! ¡No! ¡No puedes irte y dejarme solo aquí!- exclamé casi suplicando.

- No estarás solo- murmuró él.

- No esperarás que juegue Xbox con ella, que coma porquerías, que juegue fútbol… ¿o si?- pregunté sarcástico.

- En realidad… yo lo he hecho- dijo.

- Has… jugado… Xbox con… ¿ella?- pregunté sin creerlo.

- Es aficionada a esas cosas, seguro hacen buen equipo.

- ¡No será lo mismo!

- Deja ya de mingonear Dongjun, papá y mamá han esperado mucho por éstas vacaciones.

Gruñí por lo bajo y me enfurruñé contra el banco del parque, Jun me miró y rió divertido, le causaba mucha gracia cuando ponía esas caras. Hice un puchero y me giré dándole la espalda, él se acercó a mí y me abrazó con fuerza, haciéndome toser ligeramente.

- Ya te repondré las horas de juego Dong, deja de ser tan malcriado y deséame un buen viaje, ya no nos veremos hasta dentro de semana y media.

- Buen viaje- dije de mala gana.

- Así no niño, dilo bien- insistió.

Resoplé con fastidio y me di la vuelta, abrazándolo de frente y dejando mi mentón sobre su hombro. Él me devolvió el gesto y rió por lo bajo.

- No esperaba precisamente que me abrazaras, pero gracias- dijo.

- Imbécil- murmuré-. Buen viaje.

- Gracias.

Nos separamos y reímos al unísono, ese tipo era gracioso cuando se lo proponía y yo nunca podía evitar reír con él. Después de todo, era mi mejor amigo.

● ● ●

Escuché tus botas repiquetear contra la fría piedra, sabía que te acercabas a mí, te acuclillaste en frente y entonces pude verte de nuevo, me sonreíste ampliamente y me estremecí al sentir tu mano en mi mejilla sucia y gélida, abrí bien mis ojos y los clavé en los tuyos, eran hermosos, tan oscuros y profundos, como dos pozos sin fondo, como una noche sin luna.

● ● ●

Jamás creí todo lo que pasó en esos míseros diez días. Me atrevería a decir que nunca me había reído tanto con una sola persona, ni siquiera con Jun. Yura tenía tantas anécdotas divertidas que contarme y una risa tan linda que mostrar cuando yo le relataba mis experiencias, que olvidé ligeramente los videojuegos, el fútbol, las cosas de chicos. Nos veíamos casi todos los días en la misma plaza, pasábamos horas hablando de cualquier cosa, era impresionante e increíble, pero cierto al fin.

- ¿Sabes? Jamás pensé que la pasaría tan bien contigo- me sinceré una tarde.

- Digo lo mismo- contestó ella mientras comía un cono de helado.

Estábamos en un acantilado, sentados en las frías piedras, mirando el mar, comiendo helados y charlando. Tardes como aquella no tenían precio alguno.

- Me gusta mucho la vista desde aquí- dije moviendo las piernas de un lado a otro.

- Y a mí, vengo a menudo cuando necesito estar sola- contestó ella.

- ¿De veras? Es decir que, ¿esto es como tu rincón preferido?- pregunté con curiosidad.

- Esto… si, algo así- respondió.

- Conozco tu rincón favorito… vaya, eso es muy íntimo.

Yura se giró hacia mí y me miró con una ceja levantada, yo la miré un momento sin entender, pero cuando caí en cuenta de lo que había dicho, sentí mis mejillas arder y me enderecé, moviendo los brazos de un lado a otro, negando.

- N-no q-quise d-de-cir que…

- No importa Dongjun, es una tontería.

La miré aún inseguro de lo que decía, pero ella soltó una risotada y volvió la vista al frente de nuevo, restándole completa importancia a mis palabras. La observé un momento más hasta que me faltó el aire, había dejado de respirar y curiosamente mi pulso iba a mil. Desvié la mirada y bajé la cabeza, aún me ardían las mejillas, eso era demasiado extraño. No estaba acostumbrado a sonrojarme.

● ● ●

Me hablaste, me preguntaste algo, sentí los oídos tapados y apenas te escuchaba, pero no me importaba en absoluto, a pesar del cansancio de las largas horas que corrí buscándote, sólo con estar contigo me conformaba, eras tú, había dado contigo finalmente, después de mucho tiempo, ¿cómo no se me había ocurrido que estarías justo en ese lugar?

● ● ●

- ¿Qué se siente ser perseguido por medio instituto?- preguntó ella un día mientras caminábamos hacia el acantilado.

- ¿Qué se siente?- repetí. Lo pensé un momento y luego la miré-. Para mí es completamente normal ya.

- Claro, ahora, pero, ¿cómo te sentías antes, cuando todo empezó?- insistió.

- Pues no lo sé, era extraño… estaba con alguien especial en ese momento y de la noche a la mañana, me convertí en un sex simbol.

- Ya veo… ¿con quién estabas?

- Era… una chica… hermosa y sencilla, bastante normal para el resto pero yo la quería mucho… aunque supongo que después de todo no era para mí… creo que por eso nunca me estabilizo con alguien, porque ninguna se parece ella.

- Entiendo… ¿cuánto ha sido el tiempo más largo en estar sin una chica pisándote los talones y creyéndose tu novia?

- Creo que… dos meses y una semana… desde la fiesta de primavera.

- ¿Enserio? ¿Y eso por qué?

- No tengo idea.

Ella sonrió y bajó la cabeza, girándose hacia el mar. La verdad no entendía muy bien qué pasaba, pero esos últimos días había dejado de pensar en chicas, en salir con alguien que no fuese ella, en ir a clubs nocturnos o romper corazones, todo eso lo había dejado atrás. Miré a la chica que me acompañaba y sonreí inconscientemente, aquél día estaba hermosa, con una falda negra hasta las rodillas, zapatillas del mismo color, camisa sencilla blanca con un gato en el pecho, un suéter negro de capucha abierto y un gorro violeta que le caía hacia atrás, ella solía vestirse así, y con el tiempo había logrado acostumbrarme a eso. Ahora me gustaba. Yura se giró hacia mí y me miró, con esos ojos grandes y expresivos, parpadeó un par de veces y sonrió con cierta timidez. Caminé hacia ella y me paré a su lado, le sonreí un momento antes de girarme hacia el mar y suspirar.

- Oye, tú… ¿Has tenido a alguien especial?- pregunté.

- Si… lo tuve una vez- contestó con voz baja.

Me giré hacia ella y la miré. Sus ojos se habían tornado opacos, algo le entristecía y curiosamente me dolía verla así, apretó fuertemente los labios y bajó la cabeza, dejando escapar un suspiro profundo.

- Y… ¿qué sucedió?- inquirí casi con miedo a herirla.

- Tuve que irme… fue cuando… vivía en América… Él… era maravilloso, pero… por circunstancias ajenas a lo que yo quería… tuve que irme y venir aquí… He estado muy sola desde entonces… sólo he contado con mis padres y Jun… Y más recientemente, tú.

¿Por qué me sentía tan destrozado con esa expresión de dolor en su rostro? ¿Por qué sentía la necesidad de protegerla, de abrazarla y acariciar suavemente su cabello, diciéndole al oído que todo estaría bien? ¿Por qué escuché mi corazón romperse en mil pedazos cuando una lágrima furtiva se escapó de sus ojos grandes y se secó otra con el dorso de su mano, encogiéndose aún más? Mierda…

- Yura- llamé en voz baja-. No te sientas sola… Yo estoy aquí contigo.

La chica subió la cabeza con los ojos abiertos de par en par, se giró hacia mí y me miró, entreabrió la boca para decir algo, pero sus palabras se habían esfumado, se veía tan indefensa ahora, muy contraria a la chica que jugaba ferozmente conmigo al fútbol, o que me lanzaba cojines cuando le ganaba en Xbox, ahora parecía una muñequita de porcelana, pequeña y frágil, dejé mis manos sobre sus hombros y me incliné hacia ella, mirándola fijamente, le sonreí amablemente y ella se mordió el labio inferior, ese que tenía un compañero superior y que entre los dos me estaban llamando, me estaban tentando de la forma más cruel posible, eran carnosos y rosados, fijé mi vista en ellos y relamí los míos, tragando con dificultad, estaba tan cerca, tan próximo a ella, podía oler su perfume, era dulce y suave, podía sentir su aliento cálido contra mi rostro, era embriagador, quería probarlo, quería tenerla, mi corazón latía con fuerza y mis manos temblaban ligeramente, hace dos meses atrás probablemente jamás me hubiese imaginado en una situación así, es más, quizá me hubiese desagradado la idea, pero justo en ese momento, eso era exactamente lo que quería. Lo que mi corazón me pedía. Ella temblaba también, obviamente jamás se imaginó algo así, no conmigo al menos, volví a fijar mis ojos en los suyos, ya no había rastro alguno de lágrimas, ahora brillaban, brillaban intensamente, la vi morderse de nuevo el labio y tragar con dificultad, estaba nerviosa igual que yo, aquello se sentía como el primer beso, eso que no conoces y ansías probar, pero que antes de todo mueres de nervios, con el corazón en la garganta, sudando frío y temblando. Y aunque aquél no era el primer beso de ninguno de los dos, cuando mis labios finalmente tocaron los suyos y sentí el sabor de éstos, su aliento encontrándose con el mío en ese túnel creado por nuestros labios entreabiertos, sus manos aferrándose a mi camisa a la altura de mi pecho, su cintura entre mis brazos, su cabello entre mis dedos… se sintió justo como si fuera la primera vez.

● ● ●

¿Cómo llegué a amarla tanto? Ni siquiera me di cuenta en qué momento comencé a sentirme así, no estaba seguro de que ella se sintiese igual, pero parecía a gusto a mi lado, correspondía mis besos, mis abrazos, mis caricias, no sabía desde cuando, pero me había vuelto dependiente de su presencia. Adicto a ella. ¿Cómo pude ser tan imbécil aquél día?

● ● ●

Un accidente. Un maldito accidente de coche dejó a mis padres en el hospital. Y por mi culpa. Les había llamado para comer juntos en mi departamento, me sentía terriblemente solo y quería compañía, mamá había intentando posponerlo pero yo había insistido como un niño mimado hasta conseguirlo. Y había resultado siendo un desastre.

Aquél día ella estaría volviendo de Japón, se había ido por navidad. La necesitaba como al aire para respirar. Jun tampoco estaba, sus padres le habían llevado de nuevo a Jeju, yo había sido el único que se había quedado en Seúl. Estaba sentado en una fría y dura silla de ese maldito lugar, esperando a que el doctor me dijera algo de mis padres, estaba aún en shock, la mandíbula apretada, los ojos abiertos como platos, no pensaba en nada más que no fueran ellos, quería tenerlos conmigo, quería que estuviesen a mi lado, quería a mi mejor amigo y a esa chica tan especial junto a mí. Pero no estaban, no había nadie conmigo, me puse de pie de un salto cuando un hombre alto de bata blanca se acercó a mí.

- ¿Kim Dongjun? Tengo noticias de sus padres- dijo ojeando una carpeta marrón en su mano.

- Si, si, soy yo, dígame, ¿cómo están mis padres?- pregunté azorado.

- Estarán bien, siguen inconscientes pero despertarán en un par de días- contestó el hombre.

Sentí las lágrimas rodar por mis mejillas, las sequé con el dorso de mi mano y sonreí sarcástico. Me sentía terriblemente culpable por todo aquello, me apoyé un momento de espaldas a la pared, el doctor me hizo una leve reverencia y se marchó por dónde vino, yo mantenía los ojos fijos en frente, fruncí el ceño tanto como pude y me di la vuelta, marchándome de ese lugar en un impulso imprevisto.

Corrí fuera del hospital, estaba nevando y no había nadie en la calle, se acercaba el año nuevo occidental e incluso allí se celebraba ese día, las luces navideñas centelleaban alrededor, en postes, árboles, ventanas, vidrieras, plazas, por todas partes. Pero a mí me importaba media mierda lo que sea, me sentía como la mayor escoria del mundo, si no hubiese sido tan caprichoso, si no hubiese pensado tanto en mí, aquello no hubiese pasado. Por mi insistencia.

Caminé hasta una calle por la que solía pasar para ir a casa, era una especie de atajo plagado de bares de mala muerte, burdeles y borrachos, la mayoría amigos míos.

- ¡Eh, Dongjun!

Escuché la voz familiar y me giré. Uno de esos tipos se acercaba a mí sonriendo, no tenía ganas de hacer nada, no quería causar problemas por ahí ni meterme a un sitio de esos, pero quizá…

- Niño, ¿qué haces por aquí un día cómo éste? Siglos sin verte- dijo estrechando mi mano.

- He estado ocupado- contesté simplemente.

- Oye, luces tenso, ¿te invito un trago?- preguntó.

- No creo que sea bueno que…

- ¡Tonterías!- se acercó y me estrechó por los hombros, guiándome hasta uno de esos bares malolientes de la calle-. Vamos, que invito yo.

Y fui con él.

Tres horas más tarde no sabía ni lo que decía. El tipo que me había invitado los tragos se había dormido sobre la barra y yo iba por el mismo camino, pero no podía caer tan bajo, al menos tenía que llegar a mi casa. Me levanté tambaleándome de la banqueta, me di la vuelta y caminé hacia la salida. Apenas veía por dónde caminaba y jamás vi al tipo con el que tropecé, no sé ni siquiera qué le dije para que se cabreara tanto, sólo recuerdo el dolor en mi boca luego que el hombre me golpeara fuertemente y las punzadas de mis nudillos. Tenía la vista nublada y sólo vi unos tres tipos lanzándose contra mí, golpeándome fuertemente, intenté defenderme pero era casi imposible, recuerdo pocas cosas de ese momento.

Y lo siguiente que recordé, fue la fría nieve contra mi rostro, me habían dejado tirado en alguna parte, sabría Dios dónde, pero ya no estaba en ese maloliente bar. Me moví en el suelo logrando ponerme boca arriba, el viento gélido chocó contra mi adolorido cuerpo, sentía horribles punzadas en las costillas, mi cabeza daba vueltas y la luz me pegaba terriblemente en los ojos.

- Ma-dit-a s-ea…

Me costaba incluso respirar. Mierda, ¿en qué lío me había metido ahora? Y lo peor es que no recordaba nada de qué había pasado en ese bar, sólo recordaba haberme parado y tropezar con el tipo que luego me pegó junto con dos más. Dolía como el demonio.

Un coche frenó cerca de mí, tanto que pensé que estaba tirado en medio de una calle, se abrió bruscamente una puerta y escuché a dos personas bajar y correr, las suelas de los zapatos contra la nieve cristalizada, voces, había voces, un hombre y una mujer, ¿quiénes eran? No tenía idea pero suplicaba ayuda, quería que me ayudaran aunque no pudiese hablar. Esperaba que lo hicieran.

Unas manos pequeñas y cálidas se posaron en mi cabeza, sosteniéndola con delicadeza, unos dedos se entrelazaron en mi cabello y me acariciaron con dulzura, quería ver quién era pero ni siquiera era capaz de abrir los ojos, estaba cansado, adolorido, molesto conmigo mismo y mi estupidez, pero quería ver quién me ayudaba. Esas mismas manos me rodearon por el pecho desde atrás, abrazándome, una segunda persona me sujetó por los pies y entre ambos me levantaron, sentí como si flotara durante unos segundos y luego una superficie suave, algo como un sillón, mi cabeza descansaba en las piernas de alguien, supuse que la misma persona que había sostenido mi cabeza, en la persona que tenía esas manos pequeñas y cálidas. Dos puertas se cerraron y el coche arrancó de golpe. Ya sabía algo más, estaba en un coche. Creo que me dormí durante el trayecto, porque lo próximo que recuerdo es sentir agua caliente sobre mi cuerpo, me moví algo incómodo, se sentía bien, limpiaba la tierra y la sangre de mi cuerpo, pero si seguía allí me ahogaría, no podía moverme aún, no podía siquiera abrir los ojos. Pero entonces lo sentí. Un pecho cálido, un corazón acelerado, una respiración dificultosa, sollozos bajos y cortos, unas gotas más saladas que otras, unas manos sobre mi pecho, abrazándome por el pecho desde mi espalda. Alguien me sostenía en su cuerpo, me protegía, me ayudaba, me quería con vida, me quería sano y salvo. La misma persona de las manos pequeñas y cálidas.

El sol si que molesta cuando te has emborrachado la noche anterior y encima te golpean tres tipos. Gruñí por lo bajo, moví una mano y llevé la sábana hasta mi rostro, cubriéndolo de la luz, no me gustaban las ventanas abiertas por las mañanas, ¿por qué había dejado la ventana abierta?... En ese momento recordé que no estaba en casa.

Me di la vuelta hacia la derecha y gruñí más fuerte por el terrible dolor que eso me causó, mierda dolía horrores, me encogí volviéndome un ovillo, apreté fuertemente los ojos y contuve el llanto.

- ¿Despertaste ya?

Esa voz… Dios mío, esa voz… reuní todas las fuerzas que tenía y logré abrir un poco mi ojo izquierdo, me costó enfocar algo por la fuerte luz del sol, pero cuando por fin lo logré mi corazón dio un fuerte vuelco. Era ella. Yura me miraba con esos ojos grandes marcados por la preocupación y una clara noche sin dormir, ¿se había quedado despierta la noche entera, por mí? Era lo más probable.

- Q-qué… ¿Y-Yura?- musité-. ¿C-cómo…he…

- ¿Cómo has llegado aquí? Corrí con la suerte de verte anoche de camino a casa- contestó ella.

- P-pe-ro…

- ¿Qué ha pasado? Pensé que estarías en el hospital, venía a casa para cambiarme y…

- F-f-fu-e m-i cul-pa…

- ¿Qué dices?

- Q-que ellos t-tuvieran un a-accidente… f-fue mi c-ulpa.

- No lo fue Dong, no digas eso, sólo fue…

- ¿Mala suerte?- finalmente lo dije bien-. Eso no existe.

- ¿Y qué debería hacer? ¿Regañarte por ser culpable?

- Deberías…

- ¿Por qué? Tú no eres culpable Dongjun, fue sólo…

- ¿Una mala jugada del destino? ¡El destino tampoco existe, como la mala suerte! ¡Todo lo causamos nosotros, no “el destino”!

- ¡No seas terco!

- ¡Tú no seas terca y dame la razón ésta vez, dime que soy culpable, hazme sentir como la mierda que soy!

- ¡¿Por qué rayos quieres sodomizarte con esto?!

- ¡PORQUE SI YA PASÓ UNA VEZ POR SER TAN CABEZOTA, PUEDE PASAR DE NUEVO! ¡Y PUEDE QUE SEA JUNYOUNG, O PEOR! ¡PODRÍAS SER TÚ!

No sabía cómo pero ya estaba sentado en la cama, inclinado hacia ella, con el ceño fruncido igual que ella, ambo gritábamos ahora, ambos echábamos humo por las orejas… ambos éramos unos impulsivos, tercos y poco pacientes.

- ¿Significa eso que debería alejarme de ti?- preguntó ella mirándome severa, con el ceño fruncido y la mandíbula tensa.

- Eso sería lo mejor- contesté desviando la mirada de la suya.

- Dongjun, ¿escuchaste lo que acabas de decir? ¿Cómo demonios puedes siquiera sugerir algo así porque te sientas ridículamente culpable por algo que no fue tu culpa?

- ¿Sabes por qué la única chica a la cual amé antes de mi vida como rompecorazones no está ahora conmigo?- pregunté sin mirarla, con el ceño arrugado y los puños apretados.

- No…

- Porque le hice mucho daño… le hice más daño del que jamás seré capaz de perdonarme… ella… ella perdió muchas cosas por mi egoísmo, por mi terquedad, porque la quería sólo y únicamente para mí… perdió amigos, bajó su rendimiento en el colegio, era demasiado… y yo jamás lo noté, jamás vi nada más que no fuese mi propia felicidad… sólo porque ella sonreía siempre, nunca se quejaba a pesar de que intentaba disuadirme de algunas cosas, pero mantenía la sonrisa… hasta que un día tuvimos una pelea, me cabreé injustamente con ella y salí de su casa, enfadado, corriendo, ella fue tras de mí e intentó detenerme… pero cuando cruzábamos la calle un coche la alcanzó… y se llevó su vida de mi lado… por eso jamás pude perdonarme, porque fui un estúpido y anoche casi sucede lo mismo con mis padres, fue mi culpa.

Guardó silencio. Tenía los ojos inundados en lágrimas pero no lloraría, ella no era de las que se desmoronaba en llanto cuando estaba molesta. Desvió su mirada hacia la ventana y ambos nos quedamos un rato viendo la ciudad a través de ésta, en silencio, con una extraña incomodidad en el ambiente.

- ¿No me quieres lo suficiente como para dejarme estar a tu lado y dejarme correr con las consecuencias?

- ¿De qué rayos hablas? ¿Cómo preguntas eso?

- Es lo que me das a entender con todo esto, sigue siendo ridículo que me quieras lejos por tu sentimiento de culpa

- ¡No es por mi sentimiento de culpa! ¡No quiero que tú también termines como ella!

- Sigues pensando en ti mismo…

- ¡NO LO HAGO! ¡PIENSO EN TI Y EN LO QUE YO PODRÍA HACERTE SI ESTO CONTINÚA HACIA ADELANTE, SI ME ENAMORO MÁS DE TI!

- ¿No quieres que eso pase? ¿No quieres enamorarte

- No quiero sufrir de nuevo…

- ¿Ves? Te quejas de tu egoísmo y ahí sigues, pensando sólo en lo que tú sientas o dejes de sentir.

- Sólo no quiero amarte…

La primera lágrima que cayó de sus ojos retumbó como un trueno para mí, estaba llorando por mí, estaba sufriendo por mí… sufría por mi culpa, era un maldito egoísta y lo sabía, no pensaba en qué decía, no pensaba en ella ni en lo que sentía, no pensaba en nada. Me giré hacia ella con intenciones de corregir mis palabras pero cuando me di cuenta, ella ya se encontraba junto a la puerta de la habitación, de espaldas a mí y con la cabeza gacha.

- Respetaré tu decisión.

Y se marchó. Sentí como si un millón de platos se rompiesen a la vez en mi cabeza, abrí los ojos como platos, ¿por qué tenía que ir por el mundo cagándola siempre? No podía ser posible tanta idiotez junta. Escuché la puerta del departamento abrirse y cerrarse, y mi corazón se detuvo por dos segundos. ¿Pero qué demonios hacía? Estaba dejando ir a la chica más maravillosa del mundo así sencillamente, ¿y no haría nada por remediarlo? Era un idiota, un imbécil, un estúpido, una mierda enorme y me estaba odiando por todo, pero aún así me debatía entre quedarme allí y dejar que se fuera, o salir corriendo y detenerla. Ambas opciones tenían sus pros y sus contras. Dejarla sería como arrancarme el corazón, ella seguiría asistiendo al instituto, seguiríamos viéndonos, probablemente se olvidaría de mí, pero yo jamás podría hacer tal cosa. Además, seguro tendría problemas con Jun, él le daría la razón a la chica y me llamaría imbécil, y aunque siguiese siendo mi amigo, quedaría resentido por no hacer nada para que entrase en razón. Por otra parte, buscarla era como condenarla a mí. Sonaba ridículamente dramático, pero así lo pensaba yo, para mí era así, si alguien había acabado muerto por mi culpa y otros casi lo habían hecho también, ¿por qué ella no podía seguir en la lista? Pronto quedaría cegado por mi egoísmo y la hundiría como alguna vez hice.

- Pero ella es tan terca como yo- me dije a mí mismo-. Ella no se dejaría hundir… pelearía conmigo hasta hacerme entrar en razón y luego… luego me abrazaría y besaría mi frente…

Mierda… mierda, mierda, ella no era igual, no era débil, no era como las demás, no se dejaba llevar, nunca lo hizo, siempre se mostró reacia a mí y mis encantos, a todo lo que circundaba a mí alrededor, comenzó siendo sólo un poco simpática, pero a pesar de que me desagradaban muchas aspectos suyos, jamás cambió para agradarme, para gustarme, siguió igual de payasa, de perfeccionista con tonterías, de impaciente, de terca, de bipolar, de diferente. Golpeé fuertemente el colchón con mi puño derecho y sentí punzadas en éste, gruñí alto y cerré los ojos, apretándolos, conteniendo las lágrimas.

- ¡IMBÉCIL! ¡SOY UN IMBÉCIL, TERCO, ESTÚPIDO, JAMÁS ME DI CUENTA DE LO OBVIO!- grité para mí mismo. Tomé aire y abrí de nuevo los ojos-. Tengo que…

Intenté ponerme de pie, primer intento, caí de frente sobre el colchón, boca abajo, las piernas me dolían muchísimo al igual que las costillas, me quejé en voz alta y lo intenté de nuevo. Segundo intento, logré sostener mi cuerpo con ambas manos, doblando las rodillas y quedándome sobre éstas, traté de sentarme pero perdí el equilibrio y caí de costado sobre el suelo alfombrado. Lancé un agudo alarido de dolor y me encogí en el piso, apretándome las costillas, golpeé la alfombra con rudeza y volví a apoyarme en ambos brazos, levantando el torso y logrando ponerme de pie tras varios segundos. Busqué mi camisa y me la puse, estaba manchada de sangre, pero daba igual, me puse los zapatos a medias y cogí mi abrigo, poniéndomelo con brusquedad y lastimándome, volví a quejarme y caminé con dificultad hasta la puerta, apoyado de la pared y sosteniéndome el costado derecho con la mano izquierda.

Costaba caminar por la nieve. Hacía un frío del demonio y a esas horas las calles aún estaban un poco vacías, era domingo y la gente solía preferir quedarse en casa, y más aún si hacía un tiempo tan terrible como aquél.

Pasé horas buscándola. El frío incrementaba y pronto anochecería, había ido a casa de Jun pero aún no había llegado él, fui al instituto, al parque, a la plaza, a todos los lugares a los que íbamos juntos. Sólo me quedaba un lugar al que ir.

Ahora corría. No tenía idea de cómo, pero lo hacía. No sentía mis pies, me dolían terriblemente todos y cada uno de mis músculos, caía al suelo cada dos por tres, la vista se me nublaba un poco más con cada minuto que pasaba, las costillas me aguijoneaban de dolor los costados, la cabeza me daba vueltas… pero ahora me daba igual. Por una vez en mi vida, usaría mi egoísmo y mi terquedad para algo productivo. Encontrarla.

Cuando por fin alcancé el pie de aquél acantilado, me detuve un momento, me incliné hacia adelante y me apoyé en las rodillas, respirando con dificultad, me dolía la garganta y los pulmones, pero debía seguir. Escalé cada piedra, casa montículo de tierra, cada nivel de ese acantilado, llegué a la cima con los ojos empañados en lágrimas, estaba muerto de cansancio, apenas sentía las piernas, el dolor se esfumaba poco a poco y eso era peor, pero no importaba. Seguí corriendo hasta llegar a verla, estaba allí, en ese acantilado, sentada viendo hacia las nubes naranjas del atardecer marino, su vestido blanco impoluto, las botas de montaña, el suéter negro con capucha y el cabello suelto al aire, corto y rojizo, la expresión serena, tranquila, imperturbable. Sentí las mejillas empapadas y seguí andando, caí una vez antes de llegar pero me puse de pie y continué, ella escuchó mis pasos y se giró levemente, viéndome de reojo por encima del hombro. Me detuve en seco cuando percibí sus ojos sobre mí, no había notado lo vacío que me había sentido hasta ese momento, ella realmente era importante en mi vida ahora y sencillamente no podía dejarla ir. Ella era diferente, sin duda podría conmigo. Debía creer en ella. Volvió a mirar al frente y suspiró hondamente, el acantilado estaba cubierto de nieve y su vestido se confundía con ésta, sólo resaltaba su suéter y las botas negras, di un paso más pero mis rodillas fallaron y caí sobre éstas en las piedras, sentí la sangre manchar mi pantalón, estaba caliente y dolía, pero el frío calmaba bastante. Tosí y sentí mis pulmones rogando clemencia, era horrible, me apoyé con ambas manos en las piedras y respiré como podía, inhalando aire gélido que me quemaba la garganta y las fosas nasales.

- Eres un tonto, ¿sabías?

Su voz fue como música para mis oídos, sonreí de lado, sarcástico y subí un poco la cabeza para verla. Estaba arrodillada frente a mí, mirándome con esos ojos grandes, rojos de tanto llorar, aún lo hacía, tenía la boca entreabierta y una expresión de dolor que me dolió también a mí, sentí su mano pequeña y cálida en mi mejilla y dejé mi cabeza sobre ésta, cerrando los ojos, sintiendo su contacto, devolviéndole el calor a mi cuerpo.

- Lo sé… y lo siento- murmuré.

Sentí sus manos rodear rápidamente mi cintura y atraerme hacia sí, sostuvo mi cabeza con una mano y la otra la situó en mi espalda, abrazándome con fuerza. Dejé la cabeza en su pecho y abrí los ojos sólo un poco, quería cerciorarme de que nada era un sueño, de que realmente la había conocido, de que realmente estaba con ella, de que me abrazaba y lloraba en silencio, de que su corazón latía desbocado cuando estaba conmigo, de que su piel cálida entibiaba la mía gélida, que sus manos me acariciaban mientras yo dejaba escapar un profundo llanto casi sin querer, pasé mis brazos alrededor de su cintura y me aferré a ella como si de eso dependiese mi vida, y de eso dependía. No podía vivir sin ella, ahora lo sabía, amaba a esa chica más que a mi vida, más de lo que alguna vez amé en el pasado.

- Te amo- murmuré entre sollozos sordos-. No… no me dejes…

- No lo haré- contestó ella con la voz quebrada-. También te amo, tonto.

Me aparté de ella y la miré. A veces no comprendía como alguien como ella estaba con alguien como yo, cómo es que yo era tan suertudo o ella tan infortunada, pero yo la amaba con todo lo que podía. Y ella parecía corresponder. Al menos, lucía a gusto a mi lado. Me arrodillé y me puse a su altura, mirándola fijamente, sus ojos grandes seguían llenos de lágrimas, la brisa batía con fuerza su cabello corto y chocaba contra la piel dorada de su rostro, el vestido blanco ondeaba suavemente, sostenido por sus rodillas y la nieve, un poco sucio pero sin dejar de estar magnífico. Sus manos pequeñas y cálidas estaban ahora sobre su regazo, me veía curiosa, parpadeaba mucho a causa del viento y tenía la boca entreabierta, los labios un poco secos sólo humedecidos de vez en cuando por ella misma, llevé mi mano a su mejilla izquierda y la acaricié con ternura, me gustaba esa sensación, su piel bajo mi mano, su calidez, como sus mejillas aumentaban de temperatura cuando se sonrojaba, sonreí algo apenado por esa reacción suya, sin poder evitar imitarla. Ella era la única que me hacía sonrojar por tonterías o cosas serias, era la única que hacía que me enterneciera cuando lucía como una niña pequeña, ella había cambiado tanto de mí que mis días pasados me resultaban ajenos, casi desconocidos, como si aquél no hubiese sido yo. Me acerqué hasta respirar su aire, su aliento, su aroma, sonreí complacido antes de juntar mis labios a los suyos, como supuse, estaban tibios y reconfortantes, sentí sus manos en mi pecho y la acerqué más a mí sujetando con suave fuerza su cintura, sentía la vida volver a mí, el calor derretir la nieve de mi ropa y aminorar el dolor de mis heridas, ya no sentía punzadas en las costillas, ni aguijones en los pulmones, la corriente que se creaba entre nuestras bocas entreabiertas me permitía inhalar su aliento que me recorría entero, curándome por dentro, sus dedos se enredaron en mi cabello y se aferraron a mí con necesidad, volví a sonreír sobre sus labios y ella me imitó, separándonos luego y juntando nuestras frentes la una con la otra.

- Quiero estar contigo por siempre- murmuré.

- Igual yo- contestó-. ¿Sin que nada importe?

- Sin que nada importe.

- Te amo…

- Y yo a ti.

Ella sonrió aún más y se separó de mí, dándose la vuelta, de cara al crepúsculo, yo la abracé por la espalda y dejé mi mentón en su hombro, ella se recostó de mi pecho y ambos nos quedamos en silencio, disfrutando del momento, viendo morir el sol en el horizonte, llevándose consigo un día gris para luego volver brillante y perfecto. Así sería de ahora en adelante todo. Brillante y perfecto, en nuestro pequeño mundo feliz.

♪♫

And I hope that you'll be with me,

If only in my dreams.

But here you are next to me,

And you're glad, or so it seems.

And I don't know for sure

Where this is going.

Still I hope for more, and more.

'Cause who would know that you

Would treat me like a boy,

And I treat you like a girl,

In this funny little world.

♪♫